miércoles, 13 de abril de 2016

Cómo entender los límites en la educación de l@s más pequeñ@s

https://espantapajarostaller.wordpress.com/2013/08/29/juul/



Poner límites no es alzar muros: entrevista con Jesper Juul

29 Ago Hay un terapeuta familiar danés que se inclina por la claridad en las relaciones interpersonales y está convencido de que los niños son hábiles y pueden adaptarse a los valores de los adultos. Su nombre es Jesper Juul y la editorial Herder ha publicado en español sus libros: Decir no, por amor ¡Aquí estoy! ¿Tú quién eres?
A continuación les presentamos una entrevista que le hizo Isabel Calderón Reyes, publicada originalmente en la revista El Librero de noviembre del 2012:

Poner límites no es alzar muros

Jesper Juul in Frankfurt; 11.04.2008
Aunque McDonald’s tiene sucursales en 119 países y recibe 68 millones de clientes al día, Jesper Juul sostiene que no hay que llevar a los niños allá. Según el terapeuta familiar nacido en Vordgdingbor, Dinamarca, dar comida chatarra a los niños no es una demostración de afecto, sino un esfuerzo desproporcionado por ahorrarles cualquier frustración. Lo que impide que los padres digan “no” a sus hijos es el sentimentalismo, el pavor al conflicto y las ansias de popularidad: no el amor.
Sin embargo, él no escribe panfletos contra los niños malcriados ni manuales de autoritarismo y su trabajo no es un llamado a la obediencia. Los libros que ha escrito sintetizan su quehacer como terapeuta familiar y su experiencia como fundador y director de Family-lab International, una organización danesa con filiales en varios países de Europa y América Latina que ofrece seminarios, talleres y asesorías para familias y empresas.
Este año llegaron a Colombia dos de sus obras, publicadas por Herder: Decir no, por amor y ¡Aquí estoy! ¿Tú quién eres? Abordan la crianza como una tarea que los adultos pueden emprender con tranquilidad siempre que tengan claras sus convicciones. Para Jesper Juul, un niño que llega a una familia amorosa, donde la firmeza no significa violencia y el cariño no conlleva subordinación, es un niño que tiene todo para afirmarse como individuo, armar su propia escala de valores y tener una vida adulta satisfactoria.
Empecemos por el comienzo: el nacimiento de un bebé. Creo que mucha gente se pregunta cómo se le pueden poner límites a un bebé.
Cualquier niño recién nacido tiene que ser el centro de atención durante los primeros meses de su vida. Por lo tanto, las necesidades y los deseos de sus padres deben ser menos importantes que las de él. Pero nunca deben perder su importancia del todo. Los adultos que tienen bebés han de ser conscientes de sus propias necesidades individuales, incluso cuando no puedan satisfacerlas.
¿Qué pasa cuando los bebés crecen?
Cuando el niño ha cumplido un año de edad, tiene que experimentar que él es parte de un grupo, en el que todos tienen necesidades y deseos y que las suyas no siempre son las más importantes. Este proceso de aprendizaje experiencial toma alrededor de un año. Luego viene la época en que el niño descubre su autonomía y alrededor de los cuatro años la separación se completa y el niño se convierte en una parte integral de la familia.
Y convertirse en una parte integral de la familia implica preocuparse por el bienestar de los demás. ¿Qué tanto se preocupan los niños por sus padres?
Los niños que viven con ambos padres necesitan más que cualquier otra cosa que sus padres estén bien, como individuos y como pareja: que papá y mamá se quieran y se entiendan es muy importante y de eso dependen muchas cosas. En otro tipo de familias, cuando los niños solo cuentan con uno de sus padres, necesitan lo mismo: que él o ella tengan una vida adulta satisfactoria. Esto significa que no hay una verdadera contradicción entre las necesidades de un niño y las necesidades de sus padres. El problema es que los niños no son conscientes de ello. Es por eso que quieren toda la atención que puedan conseguir, que siempre es mucha más de la que necesitan.
Retomemos esa idea, que es importante en los dos libros. Dices que los niños saben qué quieren pero no saben qué necesitan.
Lo que trato de decir es que en realidad los niños no saben la diferencia entre lo que necesitan y lo que quieren. Es por eso que debe haber un liderazgo adulto. Las necesidades básicas de los niños son las mismas que las necesidades de los adultos: el amor, el cuidado, la alimentación, ropa, vivienda y juego. Tal vez quieran comer hamburguesas de McDonald’s todo el tiempo, pero su necesidad es la alimentación y la nutrición. Nuestro deber como padres es proporcionar a nuestros hijos lo que necesitan siempre que podamos hacerlo.
¿Y qué pasa con lo que quieren?
Es un placer cuando también podemos darles algunas de las cosas que quieren. Pero hay que tener mucho cuidado y no hacerlo por las razones equivocadas: con el fin de ser populares o para evitar conflictos. El resultado sería un “niño mimado”.
En Decir no, por amor cuentas que los padres tienden a sacrificar sus convicciones para complacer a sus hijos. Y terminan haciéndoles mucho daño.
Así es. Los padres deben aprender a lidiar con la frustración del niño sin castigarlo y sin culparse a sí mismos.
¿Crees que los adultos le tienen miedo a poner límites? ¿Cómo se les puede ayudar?
Yo siempre he dicho que no creo en poner límites a los niños como quien pone cercas a su alrededor, o construye muros de concreto: reglas y prohibiciones. Más bien, creo que los adultos tienen que ser resueltos: tener claro lo que quieren y lo que no. A través de la interacción y el diálogo, podrán transmitirle eso a los hijos. A los niños les toma aproximadamente cinco años entender y apropiarse de los valores de sus padres o los adultos que los rodean. ¡Cinco años! Déjame decirte que eso es menos tiempo del que un adulto se toma para adaptarse a  la escala de valores de su pareja.
Cuando hablas de las formas más adecuadas de enfrentar los conflictos en la familia, dices que la responsabilidad personal es enemiga de los sistemas autoritarios. ¿Qué significa eso para ti?
Siempre ha sido un deber de las mujeres, los niños y la mayoría de los hombres sacrificar la individualidad e integridad personal. Esto ha sido cierto para nuestras sociedades y en muchos países lo sigue siendo. Y ha sido así simplemente porque las personas que se toman sus necesidades en serio son consideradas una amenaza para los poderosos.
¿Por eso recomiendas que los adultos hablen en primera persona cuando se dirigen a los niños?
¡Claro! Te lo voy a explicar con un ejemplo. Si un niño de dos años te tumba las gafas por tercera vez, es mejor decirle “ya veo que te gustan mis gafas, pero no quiero que me hagas esto”, que arrojarle una fórmula pedagógica impersonal de tiempos pasados, como “con las gafas no se juega.”

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